El herrero, dado el poco filo del utensilio que le adjudica el proverbio, tuvo que matar a su mujer a golpes. No así el carpintero, que pudo liquidar a la suya con limpias, exactas cuchilladas.
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Ufff, escalofriante relato. Asustan los personajes del herrero y el carpintero y su locura transitiva y transitoria.
ResponderEliminarMuy bueno Olga.
Las palabras de Olga siempre están del lado de la belleza, hasta en los crímenes.
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