Es bonito imaginar a salmones diminutos subiendo a contracorriente por arterias y venas para desovar en el corazón, donde también desovó la generación anterior de salmones. La entrada de Javi y el comentario de Manuel invitan a imaginar un mundo de metáforas de la naturaleza y el cuerpo humano. Con vosotros es más fácil soñar.
Las minificciones sí que tienen meandros y afluentes, y esta minificción de Javi lo demuestra. Se empiez hablando de ríos y ya estamos hablando de salmones en el corazón, del río de la vida y de osos a la vuelta de un meandro.
Por eso yo me niego a desplegar el tren Olga, que lo que hay en tierra ya lo tengo más que visto, y no es de mi total agrado. Así que... a volar! (aunque sea solo con la imaginación).
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¡¡Entonces los salmones tenían razón: no iban a contracorriente !!
ResponderEliminarEs bonito imaginar a salmones diminutos subiendo a contracorriente por arterias y venas para desovar en el corazón, donde también desovó la generación anterior de salmones.
ResponderEliminarLa entrada de Javi y el comentario de Manuel invitan a imaginar un mundo de metáforas de la naturaleza y el cuerpo humano. Con vosotros es más fácil soñar.
Pero habrá que tener cuidado con los zarpazos de los osos, ¿verdad?
ResponderEliminarEs lo que tienen los ríos la vida: cursos rápidos, remansos de paz y peligros a la vuelta de cada meandro.
ResponderEliminarLas minificciones sí que tienen meandros y afluentes, y esta minificción de Javi lo demuestra. Se empiez hablando de ríos y ya estamos hablando de salmones en el corazón, del río de la vida y de osos a la vuelta de un meandro.
ResponderEliminarComo dije una vez, la imaginación vuela. A veces, no quiere ya desplegar el tren de aterrizaje.
ResponderEliminarEs que aterrizar no solo es deprimente... también peligroso. ¿Y si no podemos volver a volar?
ResponderEliminarPor eso yo me niego a desplegar el tren Olga, que lo que hay en tierra ya lo tengo más que visto, y no es de mi total agrado. Así que... a volar! (aunque sea solo con la imaginación).
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