Esas son las heridas que llevamos toda la vida. Nunca cicatrizan, tampoco acaban con nosotros, pero nos hacen sentir siempre que están ahí... Bonita reflexión Rafa.
Hay varias formas de imaginar esta minificción. La que más me impresiona es imaginar al herido con una espada clavada, perdiendo abundante sangre, agonizante, con los médicos empleándose a conciencia para poder salvarle la vida, y así un día y otro día, sin poder nunca arrancarle la espada ni cerrarle la herida. Hay otras formas de imaginarlo, claro. Otra de ellas es, sin duda, la que has comentado, Javi, tragedia psicológica, cotidiana... Gracias por comentar, Javi.
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Esas son las heridas que llevamos toda la vida. Nunca cicatrizan, tampoco acaban con nosotros, pero nos hacen sentir siempre que están ahí...
ResponderEliminarBonita reflexión Rafa.
Hay varias formas de imaginar esta minificción. La que más me impresiona es imaginar al herido con una espada clavada, perdiendo abundante sangre, agonizante, con los médicos empleándose a conciencia para poder salvarle la vida, y así un día y otro día, sin poder nunca arrancarle la espada ni cerrarle la herida.
ResponderEliminarHay otras formas de imaginarlo, claro. Otra de ellas es, sin duda, la que has comentado, Javi, tragedia psicológica, cotidiana...
Gracias por comentar, Javi.