—¿Puede esperarme un minuto? —preguntó el cliente al taxista, antes de abandonar el vehículo y tras haber abonado la carrera.
—Naturalmente señor —contestó el conductor.
Un minuto después el taxista miró su reloj y se marchó a toda velocidad.
La verdad que me divertí escribiendo esta mini, es un poco el reflejo de un mundo con prisas y algo disparatado, pero también un toque de atención a la falta de puntualidad, que está entre los pecados que peor tolero. Un saludo a los dos.
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Una terrible falta de respeto a la impuntualidad. El título, a medida, Javi.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues peor para el taxista fugaz, ya que posiblemente el cliente fue a sacar dinero para pagar el taxi. Muy ocurrente, Javi.
ResponderEliminarLa verdad que me divertí escribiendo esta mini, es un poco el reflejo de un mundo con prisas y algo disparatado, pero también un toque de atención a la falta de puntualidad, que está entre los pecados que peor tolero.
ResponderEliminarUn saludo a los dos.