domingo, 4 de enero de 2009
Maestro I
Cuando tenía que interpretar El Lago de los Cisnes, Karajan pedía la varita mágica a un mago amigo, para usarla como batuta.
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8 comentarios:
De esa forma conseguía que todo el público disfrutara de la visión de los cisnes convocados por el hechizo de su música.
... y en el hechizo sutil sucumbieron todos, yo también.
Muy bueno, Javier!
El problema de usar la varita mágica era que, a veces, se le llenaba el escenario de conejos y palomas...
***
Buena minificción, Javi.
Es curioso, ¿verdad?, que el instrumento musical más difícil de manejar sea precisamente aquél que no produce sonido alguno.
Un saludo.
***
¿Qué se puede decir de estos dos magníficos minirrelatos?
Magistrales, Javi. Magistrales por la idea, por la forma, por la sensibilidad... Coincidiendo con estas fechas nos has hecho todo un regalo.
Bellísimos también han sido los comentarios de Lola, Oriana, Olga y Jacinto. Costituyen auténticos minirrelatos a su vez....
Por mi parte me pregunto si la varita mágica podría volver a ser la misma después de interpretar dicha obra, o bien en adelante en vez de palomas la varita ya sólo sacaba cisnes de las chisteras.
Gracias Javi.
Cuando Wagner terminaba de dirigir, las walkirias copaban el escenario...
Excelentes minirelatos...
Voy a pasar seguido...
Lo mejor de todo: vuestros comentarios, que profundizan en la idea y ofrecen alternativas de ficción y de reflexión, tan variadas como hermosas: hechizos, conejos y palomas, la dificultad de un instrumento que no suena, los cisnes de la chistera y la cabalgata de las Walkirias en pleno escenario... geniales!.
Muchas gracias a todos, y también mi enhorabuena a vosotros.
¿Lago? ¿Cisnes? Un cisne en un lago son dos signos de interrogación.
Me encantó, Javi.
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