Hechizó una sirena el interior de la caracola minúscula que llevo aquí, colgada de mi cuello, tapándola con la mano para no dejar salir su canto hasta el momento preciso. Cuando te miro desde lejos, me dan ganas de poner a tu oído este rumor de mar, y atarte de una vez para siempre a mi destino: hacer que vivas encantado junto a mí, navegando en mi cabello enriquecido por la brisa; acogido a mis pechos que han afrontado suavemente las tormentas; abrazado por este par de piernas que tienen todavía secuelas de escamas, y que aún no saben si caminar hacia ti, o esperar a que el viento sople en dirección tuya.
miércoles, 3 de marzo de 2010
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3 comentarios:
Vaya, Carmen, qué tal estreno. :)
Un gusto enorme tenerte en la familia, aunque ya eras como la prima que vivía en la casa de al lado, jeje.
Bienvenida a Ficcionario.
Un abrazote y sigue derramando almíbar por acá :)
Hay cantos y voces que se quedan revoloteando entre las paredes del alma, hasta que las dejamos salir... si nos da la gana. Muy bello Carmen
Bonito cuento Carmen.
Feliz estreno, bienvenida a tu casa.
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