Seas jugador o pieza, vivas en un escaque o en un planeta de otra galaxia, escribe textos que no tengan más que 39 palabras referidos al ajedrez..
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.sergio GvH: Impiadosa Caissa castigó a Borges por el horrendo poema. Es común ver, en partidas de torpes aficionados, una pieza fantasmal, que no es caballo ni alfil, deambulando ciega y sin lógica entre las laberínticas casillas.
olga: El combate terminó cuando los Reyes Blancos cambiaron pareja con los Reyes Negros. A partir de entonces todos tuvieron una vida gris, pero pacífica.
olga: No le gustaba el ajedrez porque, igual que en la vida, no sabía ver más allá de la siguiente jugada.
olga: Desde que vio a su reina leyendo Hamlet, el Rey Blanco vivía intranquilo. Estaba seguro de que pensaba traicionarlo con el Rey Negro, y no tenía un hijo a quien encargarle la venganza.
oriana: Las damas chinas esperaban a los peones caídos en combate.
oriana: Sindicalizados los peones, derrocaron el enrocado Rey; tomaron las torres, soltaron a los caballos, asaltaron al clérigo, violaron a la reina. Se instaló la República. La historia de las civilizaciones.
oriana: Uno de los peones quiso hacerse Rey. Pero los otros ya le tenían preparado su Waterloo.
javi_dice: En clase, cuando recitaba con los demás niños las tablas de multiplicar, el futuro campeón de ajedrez pensaba que ocho por ocho era mucho más que sesenta y cuatro.
javi_dice: Durante la revolución francesa, se guillotinaba al perdedor de la partida de ajedrez.
javi_dice: La vida de aquel rey fue efímera. Acabaron con él en una partida rápida.
manuel: Sus partidas siempre terminaban en tablas. Algo tendría que ver: era carpintero.
manuel: Los peones del tablero se rebelaron y declararon la República. El rey y la reina se quedaron de una pieza.
manuel: Arte, cálculo y una pizca de locura. Sin estos ingredientes nadie culminará nunca una buena jugada.
nohubounavez: La partida de ajedrez se torna extraña cuando tu contrincante también es adivino.
nohubounavez: Los veteranos de guerra jugaban al ajedrez con piezas de un solo color porque aseguraban que en la guerra nunca se sabe quién es el enemigo.
nohubounavez: Sin saberlo, los dos enamorados habían inventado un nuevo modo de jugar al ejedrez. Ambos intentaban que ganase el otro.
32 comentarios:
La partida de ajedrez se torna extraña cuando tu contrincante también es adivino.
Los veteranos de guerra jugaban al ajedrez con piezas de un solo color porque aseguraban que en la guerra nunca se sabe quién es el enemigo.
Sin saberlo, los dos enamorados habían inventado un nuevo modo de jugar al ejedrez. Ambos intentaban que ganase el otro.
Como era muy complicado para ellos, los monos jugaban al ajedrez usando los dados.
El combate terminó cuando los Reyes Blancos cambiaron pareja con los Reyes Negros. A partir de entonces todos tuvieron una vida gris, pero pacífica.
No le gustaba el ajedrez porque, igual que en la vida, no sabía ver más allá de la siguiente jugada.
El rey se las veía negras cada vez que jugaba al ajedrez, porque era el blanco de todos los ataques.
Desde que vio a su reina leyendo Hamlet, el Rey Blanco vivía intranquilo. Estaba seguro de que pensaba traicionarlo con el Rey Negro, y no tenía un hijo a quien encargarle la venganza.
En la vida real, cuando ya estaba todo perdido, sólo se le ocurrió decir: "me enroco".
Los negros, con blancas. Los blancos, con negras. En la ONU jugaban partidas rápidas de ajedrez.
En clase, cuando recitaba con los demás niños las tablas de multiplicar, el futuro campeón de ajedrez pensaba que ocho por ocho era mucho más que sesenta y cuatro.
Cuando se aburren de observar a los mayores jugar al ejedrez, los niños imaginan un lentísimo balón sobre el tablero de juego y calculados regates llenos de expulsiones.
Para comer, el peón se convertía en alfil.
Las musas inspiran jugadas de ajedrez a los personajes literarios. A solas Bobby Fischer escribía ficciones sobre ajedrez para jugar contra las musas.
Durante la revolución francesa, se guillotinaba al perdedor de la partida de ajedrez.
La vida de aquél rey fue efímera. Acabaron con él en una partida rápida.
El jugador de ajedrez tramposo, ataca a traición.
Le encantaba el ajedrez, pero era muy vago. Se tatuó los 64 escaques en el pecho.
Sus partidas siempre terminaban en tablas. Algo tendría que ver: era carpintero.
Los peones del tablero se rebelaron y declararon la República. El rey y la reina se quedaron de una pieza.
Frente al tablero de ajedrez, el niño miraba impaciente a su mamá medium. Estaba esperando a que su amigo fantasma moviese ficha.
Arte, cálculo y una pizca de locura. Sin estos ingredientes nadie culminará nunca una buena jugada.
Como en un tablero bicolor, movemos las complicadas fichas de nuestra vida.
Una cosa acerca el ajedrez a una dimensión humana: se aprende infinitamente más de las derrotas que de las victorias.
Las damas chinas esperaban a los peones caídos en combate.
Sindicalizados los peones, derrocaron el enrocado Rey; tomaron las torres, soltaron a los caballos, asaltaron al clérigo, violaron a la reina. Se instaló la República. La historia de las civilizaciones.
Uno de los peones quiso hacerse Rey. Pero los otros ya le tenían preparado su Waterloo.
Establecida la República, crearon los peones una Carta Magna basada en una sociedad sin clases sociales. Ya no fueron ni negros ni blancos, se volvieron colorados.
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Rafa ("nohubounavez" eres tú ¿verdad?), ¡qué sugerente me resultó el segundo!
¡Coño, el tercero es mejor! ¿Estás inspirado, eh?
¡Impresionante! (el cuarto me pareció también muy bueno).
Te felicito, macho, no se puede hacer mejor.
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Impiadosa
Caissa castigó a Borges por el horrendo poema. Es común ver, en partidas de torpes aficionados, una pieza fantasmal, que no es caballo ni alfil, deambulando ciega y sin lógica entre las laberínticas casillas.
Me atrevo a elegir favoritos:
1) Indiscutiblemente, mi número uno, los adivinos de Rafael, me maravilló desde la primera vez que apareció en twitter.
2) Todos los demás. Destaco "Los enamorados", y los "Monos", también de Rafael. "La vida gris", y "Hamlet" de Olga, el "Loco arte calculado" de Manuel, las "Damas Chinas" de Oriana, y de Sergio no me queda opción, sólo nos dejó una obra maestra. O miento: dos. La primera fue proponer la serie.
Su padre, que fue también su maestro, le advirtió. “Tené cuidado con los caballos y esos movimiento ladinos, podés terminar dañado: un salto y te dejan en la lona”.
Siempre tomaba precauciones. Debía vigilar los caballos, controlarlos, neutralizarlos a como diera lugar.
Pero se distrajo. Confió demasiado en su suerte. Cometió el peor error: subestimó a su contrincante. Cayó en una celada. Todo por ese maldito caballo.
Su adversario toma la pieza, mueve. “Jaque mate en tres, si no me equivoco”, dice con tono que no oculta sarcasmo. Él, que lo sabe desde antes, inclina su Rey, y se levanta.
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