Convite de tonalidades

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Un espacio en el cual puedes compartir tus ideas. Blancas, azules, verdes o amarillas. No hay un color determinado para pintar este lugar. La única condición es que los textos contengan entre 40 y 300 palabras.
Déjanos parte de tu sombra en Comentarios.
Y, como siempre, los que más nos gusten serán publicados en esta página.


La adorable Cecilia - Isabel González


Dormida y desnuda bajo el viejo árbol, cargado de rojos y de aromas, yace la adorable Cecilia abandonada.
Pausada se despereza dejando que sus pechos relajados se derramen. Al poco, ladea ligeramente el cuello, rendida y entregada. Uno de sus muslos se eleva lentamente ocultando, sin quererlo, el movimiento de su mano. Sus ojos cerrados premeditadamente, el gesto de placer de su sonrisa y el rítmico jadeo que surge de sus labios entreabiertos, compiten con el sonido del aleteo de unos pájaros que huyen como si presintieran algo. Es entonces cuando Cecilia, zénit exaltado, vuelve la vista hacia la vieja valla. Conoce de sobras mi trayecto y mis horarios. Ya sabe, desde hace rato, que yo la estoy adorando.


Imagen: Dánae, de Gustav Klimt

Furibundo Chop Suey - El Griego


Ese maldito perro. Ahí está de nuevo. Parece que me oliera, no sé. O quizás escucha que arrastro los pies, o el “tac – tac” que hace mi bastón cuando voy por la vereda. Animal del demonio. Si tuviera veinte años menos acá mismo me paro y lo reviento a patadas. Es la cuarta vez que me muerde. Y esa estúpida mujer que lo deja suelto. Ni siquiera consigo asustarlo ya. Le grito, le tiro piedras y el muy miserable se me viene encima. Si fuera joven no me hubiese alcanzado. Si hubo alguien que corriera rápido, ese era yo. Pero ahora… Bicho de porquería, me dejó sin aire. Pero ya no más. Ya no me vas a volver a morder, perro de mierda.

Esa noche don Julián preparaba una especie de chop suey. Se sentó, luego de llenar una copa de vino y servirse un plato rebosante. Sonreía con malicia. “La venganza es un plato que se sirve frío", dijo en voz alta, mientras se llevaba a la boca el primer bocado.

Imagen: Lucy, de Paul Boddum

Desaparecer - Pilar López Mora


Más y más pequeño en el horizonte se desdibujaba el barco donde viajaba ella rumbo a un lugar diferente, nuevo. Allí quedaban sus padres y hermanos, sus amigas y yo. Se había despedido dichosa, sin disimular su alegría, su deseo de marchar. En su sonrisa entendí la intención de no volver. El barco ya casi no se percibía, difuminado en la bruma del atardecer. Deseé que se hundiera. Cuando me giré, sus padres y hermanos, sus amigas y yo mismo habíamos desaparecido. 

Imagen: Horizonte olvidado, de Salvador Dalí