miércoles, 30 de septiembre de 2009

A merced del oleaje



Cuando los guías llevan a los turistas a visitar las pirámides cada mañana, tienen que consultar con el instituto meteorológico para saber cómo soplaron los vientos de la noche. Entonces, sobre el mapa realizan complicados cálculos con regla y compás, y sobre el terreno utilizan sextantes.
Dependiendo de la dirección del viento, las arenas del desierto se han movido como las olas del mar durante la noche y las pirámides, al compás de éstas, podrían aparecer hoy en cualquier lugar.

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