martes, 9 de febrero de 2010

Pequeña muerte azul

Vi a los ojos a la termita azul. Los busqué, creí encontrarlos. Vi su mirada distrayéndose y volviendo a encontrarme. ¿Estará hecho de madera? ¿Será dulce? ¿Estará habitado ya? No supe bien qué pensaría. Pero sus ojillos parecían desafiar a mi piel.

La miré largo rato. Movía y removía sus minúsculas antenas. Con nerviosismo, hubiera pensado, si no la hubiese visto tan dueña de sí. La escuché. ¡Decía tanto su silencio! Hablaba de deseo, de apetitos nuevos, de esperanzas valientes. Tuve un poco de miedo. Ella, no. Ni pizca.

Puse mi dedo sobre ella, despacio. (Tal vez sintió la temperatura bajar un poco, por la sombra que le cubría). Mi dedo fue acercándose, bajando hacia su cuerpecillo. (Tal vez llegó a sentir el calor de mi masa corporal). Pero no se movió. No parpadeó siquiera. Mi dedo la tocó. Ella se mantuvo firme, me amenazó una última vez. Ejercí una veloz presión asesina…

Lamenté por un segundo haberle dado muerte así. Quise retirar mi dedo, no lo hice. De hecho, lo restregué un poco sobre la mesa. Finalmente, sentí el helado escalofrío de la culpa. Cobré una vida. Robé una vida. Extinguí una vida. Maté.

Ella no me había hecho nada, salvo amenazarme. ¿O lo imaginé? ¿No estuve seguro de haber sentido su desafío mortal? ¿No llegué incluso a tener miedo? Me da vergüenza recordarlo. Me siento tonto. Cobarde. Asesino. ¡Mira lo que hiciste! Culpa, frío. Pesar en mi corazón.

Levanto el dedo, miro la punta, busco el amasijo azulado que quedaría. Nada. Perplejo, extiendo mi mano junto a la otra. ¿Dónde se metió? Se… ¿metió? Una cosquilla dentro de la piel de mi palma, acusa la verdad. No fue broma. Ella sabía bien lo que decía. Y yo también. Fui advertido.

5 comentarios:

Olga A. de Linares dijo...

Muy buen texto, felicitaciones

jimeneydas dijo...

scary.....

Oriana P. S. dijo...

¡Qué cuento, Ikal!
El sabor a angustia que deja, al terminar de leerlo, es indescriptible...

Manuel dijo...

Fantástico, Ikal. Creo que cuando tenga tiempo haré algo con este sorprendente minirelato, con tu permiso, claro.

Ikal Bamoa dijo...

Será un placer, Manuel. Sólo no experimentes con inserciones subcutáneas de bichos, de preferencia... ;)