Desde la pantalla, los actores, aburridos de reproducir siempre las mismas cosas, espían a los espectadores. Esperan que ellos les brinden algo de diversión.
Desolados, descubren que también están forzados a repetir un libreto.
viernes, 1 de mayo de 2009
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4 comentarios:
Me ha gustado mucho, Olga. Explora la idea de que sólo somos personajes, seres, al fin, alienados. ¿Personajes de qué autor, para entretener o complacer a qué espectadores o intereses? Del mismo modo, ¿son nuestros personajes autores de nuevos subpersonajes y así infinitamente? Por todos estos aspectos y muchos más me ha gustado.
Gracias, Olga.
Me ha hecho recordar una película de Woody Allen, La Rosa Púrpura del Cairo.
Salu2
Es el eterno dilema del actor y su público. Ambos se deben simbióticamente el uno al otro. Ambos representan su papel. A veces dichos papeles se invierten o se pervierten. Creo que fue Antoni Artaud quien dijo que somos "actores de nuestro propio Apocalípsis". Inquietante y sugerente minirrelato, Olga.
Pero los espectadores tienen la ventaja de poder hacer "click" y se acabó el show.
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