viernes, 4 de septiembre de 2009

Princesas sin cuento (esclavas)



We-We trabaja por muy poco dinero en un taller improvisado en un sótano infesto, cosiendo durante inacabables jornadas.
Una noche soñó que se pinchaba en un dedo y podía dormir cien años, como había oído en un viejo cuento. Necesitaba dormir, pero no era una princesa.
Al día siguiente se cortó con unas tijeras, y la castigaron a trabajar más horas por haber manchado algunas prendas.
Por las noches sigue en el taller. Y durante el día, sirve esta comida china que trae ahora a mi mesa, sin que yo conozca su historia.
Sonríe al dejarme el plato.

2 comentarios:

Lucía dijo...

Pobre We-We, hasta sus sueños le condenan a la explotación...

Un saludo.

Javier López dijo...

Hola Lucía. Existe We-We, existen muchas We-Wes, aunque aquí lo haya escrito como cuento.

Sólo hizo falta adornar un poco lo que es una realidad cotidiana.

Un saludo.